jueves, 24 de julio de 2008

Sucedió en Manhattan

Iba a ser una mañana normal, un día más en la vida de los neoyorkinos. Sucedió en Manhattan un 11 de septiembre y, aunque ya han pasado casi siete años, es imposible que no se te pongan los pelos de punta cuando te acercas a ese inmenso agujero. Un enorme vacío que fue en mejor época el feudo de la economía mundial. World Trade Center, las Torres Gemelas. Bastaron dos aviones -minúsculos comparados con aquellas moles de hormigón- para tumbarlo todo, para enloquecer a un país, para enloquecer un mundo.

O para recalcar lo enloquecidos que estamos todos.

Sucedió en Manhattan hace siete años, pero se estaba gestando desde hacía tiempo. No sé si empezó en el Golfo, en la creación del ¿Estado? de Israel o cuando algún ser humano descubrió la jerarquía del petróleo. O la jerarquía en sí. Pequeños detalles que despedazan el mundo y nuestra condición de seres racionales.



Sucedió en Manhattan, sí. Pero solo fue una demostración más de toda la barbarie que el ser humano puede crear para destruir.

Fotografía: E. Jiménez (tomada desde un mirador donde se puede contemplar cómo está ahora lo que fueron las Torres Gemelas).

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